LA ESPIRAL
Y regreso de nuevo a estas finas y delicadas líneas que un día me decidí a darles existencia....
Todos los días se nos presentan nuevos retos, proyectos, problemas, etc. Cartas que la vida misma nos pone en una mesa y no empuja a interpretarlas según nuestra personalidad. Todas ellas de infinitas formas, colores y símbolos que se instalan en nuestra rutina sutilmente sin apenas percibirlas y adquieren el nombre de relaciones.
Actualmente, nos es más fácil desprendernos de una relación que crearla. Posiblemente porque las posibilidades de conocer gente se han multiplicado tanto que sin darnos cuenta hemos tejido una red de comunicación superficial y mediocre que nos vuelve indiferentes y vacíos.
En esa red brillan pequeñas gotas que se resisten a caer como las demás. Se aferran a los suaves hilos que un día creamos a nuestro paso y por increíble que parezca aún siguen en su sitio.
Si piensas que hablo de las viejas amistades, entonces has acertado.
Dar una mirada al pasado y ver desde donde las creamos hasta el punto en el que nos encontramos. Ha sido un progreso a reconocer por la dedicación, sin pensar en si en el futuro aún las seguiríamos teniendo. Te incito a hacer una pequeña reflexión sobre si esperabas a que llegaran a madurar y generar una confianza única con cada una de ellas.
Hay algunas de ellas que las habremos dejado atrás, sin olvidar cómo se fueron y porqué nos dejaron. Cada uno tendrá su propia respuesta... Pero las que nos acompañan aún, nos recuerdan de que somos capaces de establecer vínculos emocionales y no dejarlos escapar por capricho.
¿Por qué aún siguen en la red? Ni es necesario responder porque todos coincidimos en que son tan preciadas como para un niño una carta de colección.
La espiral de los viejos recuerdos que nos hacen sentirnos jóvenes.