Hay etapas donde conmovidos por la desesperanza y la incertidumbre, ansiamos la salida de la rendición y sucumbir ante Él. Arrodillados, perecemos lentamente sin alma y voluntad de atravesar más sendas y pasillos.
¿Dónde queda el final si a cada instante que pasa podemos terminar?
Cuando más lo necesitas, entre las sombras surge una poderosa Luz que aparece para guiarte, un aliento de esperanza y energía que brota desde tu interior. Luz que te da vida, alma y amor para continuar.
Una pequeña capa que te arropa bajo la lluvia.
Una mano que sostiene la tuya a los pies del abismo.
Una fogata en las noches más frías.
Un abrazo en los momentos de desolación.
Amor, amor al fin y al cabo por uno mismo en la derrota.
¿Quién es tu Ángel Protector? Aquel que aparecerá para darme luz en la oscuridad del laberinto.
Conexión con uno mismo.
Conexión para tener fuerza a cada paso en las tinieblas.