jueves, 25 de agosto de 2022

 

¿ALGUIEN MÁS?



Se hace difícil encontrar el camino en nuestra vida. Nos cargamos de negatividad, desidia y desgana y se nos hace cuesta arriba... 

Conoces a lo largo del trayecto a numerosas personas, cada una con su propia historia. Yo las escucho, me doy cuenta de aquello que les hace feliz, del amor que sienten por su trabajo. Se valoran esos pequeños momentos donde comparten sus hazañas, logros y progresos. Ahí los tienes, sentados enfrente de la barra, conversando con un joven chico que siente curiosidad por descubrir su camino.

¿Quién más queda por venir pues? 

lunes, 22 de agosto de 2022

 

Era casi medianoche, la tranquilidad en las calles y las ventanas apagadas en los edificios auguraban un nuevo día por venir. Apenas quedaba gente en la terraza, cuyos vasos y cocteles estaban vacíos y tenían los restos de los cubitos fundidos.

Una leve brisa zarandeaba los setos, algunas lámparas nocturnas estaban casi sin batería mientras que otras aún iluminaban con fuerza. A lo lejos, la imponente iglesia se alzaba sobre la plácida ciudad. Los focos apuntaban a su campanario destacándola con el resto de las estructuras. Era la reina de la noche... 

¿Dónde estabas? Me preguntaba mientras secaba la vajilla. Sin ti, aquel lugar se veía diferente, extraño, algo no terminaba de encajar. Siempre venías con tu precioso vestido azul marino transparente, ocultaba tras de sí tu delicada ropa interior de color rojizo. Apenas empleabas maquillaje, te gustaba hacerte sentir deseada, dueña de mi mirada y mis pensamientos cada vez que revelabas tu presencia.

Cada domingo venías a tu hora, sin acompañantes. Te acercabas lentamente a la barra y sin decir palabra me dedicabas una pícara sonrisa. A veces me pillabas distraído y de verte se me cortaba la respiración. Era incapaz de reconocerte por tu belleza, tus seductoras caderas, finas manos y sedoso pelo color oscuro que te volvían la reina de la noche.

Leía tu pensamiento, querías que te preparase ese cóctel que tanto te gustaba, adornado con frutos del bosque y una leve capa de azúcar glass. Ese cóctel al que había bautizado como "Dafne". La mezcla de sabores frutales rematados con vodka y tequila te trasladaban al paraíso, con ese capricho olvidabas los problemas y te volvías una ninfa.

 

Miré el reloj varias veces y me sentí decepcionado. Para mi también era un regalo terminar la semana y disfrutar de tu compañía. Necesitaba esa dosis de "Ser" tuyo para motivarme con energía hasta el próximo domingo. ¿Dónde estabas? Terminé de cobrar las últimas mesas y me dispuse a recogerlo todo en el pequeño almacén. Aunque me asomé por el pasillo por si venías sin resultado. 

Cuando estaba cuadrando las cuentas escuché detrás mío un repiqueteo de dedos. 

—Acabo de cerrar, lo siento. —Dije en un tono casando centrado en lo mío.

El golpeteo de dedos se escuchó un poco más fuerte. Quería terminar de hacer la caja y largarme. Ya había dejado de esperarte y al volverme ocurrió lo inesperado.

—Está cerra... —Me contuve, otra vez me volvías a sorprender. —Ah, eres tú. —Susurré levemente.

Parecías también cansada y supuse que la semana había sido dura. Indecisa de saber si aún estaría aquí o acostarte. Pero aquí estabas, con la mirada clavada en mi, recostada sobre la barra con la cabeza apoyada sobre una mano esperando tu premio de la semana.

—He hecho bien en alargar la hora del cierre por lo que veo. —Pensaba en voz alta a la vez que te lo preparaba.

Hoy traías un vestido diferente, de tonalidad más apagada y oscura. La purpurina en tu mirada se reflejaba en la luz y tu pelo se mezclaba con la oscuridad de la noche. <<Aun así has venido a verme, quién lo diría>>

Al servírtelo en la mesa me cogiste la mano en ese instante. Tu mano era suave, cálida y me transmitió un cosquilleo. Apartaste tu mirada de las vistas y la clavaste en la mía en gesto de agradecimiento. Con dulzura me acariciaste el brazo y me mostraste tu espíritu salvaje con un apasionado beso.

Incrédulo, no fui capaz de cerrar mis ojos para saborear tan aquel preciado regalo. Me limité a ver a la hija de un dios, a la propia Dafne encarnada. Tu beso me contagió el aroma del cóctel, tu viva esencia. 

Te sentaste de nuevo y seguiste disfrutando del paisaje. Le diste otro sorbo a la copa y respiraste profundamente como si no hubiera pasado nada.

Devoraste mi alma con ese beso, la poca energía que tenía fue absorbida en esa fugaz conexión de pasión. Increíble. Todos los domingos en los que permanecías en silencio y solitaria en aquella mesa, deseándote en mis adentros y en este momento me cazaste desarmado.

¿Dónde estabas? Quizás tan solo una copa es la chispa para avivar la llama que contienes en tu interior y liberar tu poder. Un poder propio de una reina que destaca por encima de la ciudad.


domingo, 14 de agosto de 2022

 

ESA MIRADA



Esa mirada, ¿a quién oculta? Tratas de hablarme con ella, de mostrarme tu energía y Ser. Aún sin decirme nada, me has dejado sin palabras con las que poder romper el silencio. 

Esa mirada, cristaliza el tiempo y lo convierte en pequeños granos de arena que se deslizan sobre tus delicadas manos, acariciando tu piel. Esparcidos por el viento, vuelan sin rumbo perdidos en la nada, desolados en las dunas del vacío.

Esa mirada, fija con la mía, persigue desarmar la coraza que llevo, de exponerme ante tu juicio y razón. Doblegado como un monje que pide clemencia ante su Señor. Desnudo y desarmado, siervo del orgullo y la desazón, me rindo ante ella y espero, espero tu decisión...

Esa mirada, cuyos ojos son iguales pero con una visión distinta en cada instante.







LIBERACIÓN

Para el anónimo/a que esté leyendo estas líneas. Es cierto que se nos hace difícil en ciertos momentos la convivencia con nosotros mismos, tratar de detener el incesante bombardeo de pensamientos que azotan nuestra mente día tras día, sin pausa. Escenas del pasado, simular situaciones incómodas para saber cómo responder y miles de causas que se nos pasarán por la mente de uno...

Personalmente pienso que la única salida de darles a esos pensamientos es el desahogo emocional, en realizar la introspección para averiguar porqué la mente nos vuelca una y otra vez en esas escenas pasadas, reflejos en los que por la inexperiencia/ignorancia no supimos actuar como lo sabemos ahora, en decirnos que nos perdonamos y sentimos la indefensión que sufrimos en aquel momento.

En el pasado, tuve experiencias muy negativas durante mi época de bachiller. Recién cambiado de instituto, sin amigos ni gente en la que poder confiar, me embarqué en busca de nuevas amistades al igual que lo haría un niño en el patio. Cuando tu frágil autoestima, inocencia y deseo por pertenecer al grupo se unen, esto crea el objetivo perfecto para el acoso, para que el cáncer se propague por cada parte de tu cuerpo y te vaya auto-destruyendo lentamente. 

Era un simple niño que anhelaba la compañía de otros, un simple chaval que tuvo la mala suerte de convertirse en una especie de saco de boxeo en el que proyectar toda la mierda y frustración de cada uno, alguien a quien sin razón ni motivo convertirlo en un ser apartado de la clase. Solo un cáncer tiene el propósito de ello, de llevarse todo cuanto puede sin bondad ni compasión, un cáncer que tras largos años ha podido ser sanado gracias a la introspección.

Se requiere una gran fuerza de voluntad, ánimo y coraje de bucear en las sombras de cada uno, de enfrentarse a nuestros miedos e inseguridades. Ataviados con una triste linterna, emprender el camino de la aceptación y reconocer que esos pensamientos "marginados" forman parte nuestra queramos o no, están ligados a nosotros porque somos nosotros. 

Solo nosotros somos ese Ser que odiamos reconocer y aceptar, pero no hay escapatoria al final, siempre aparece recordándonos que nos construye. De ahí reside el poder de evolucionar como personas, de hablar y abrazar y amar a ese niño que un día fue rechazado y herido.

¿Qué te quieres decir a ti mismo? ¿Qué frases tienes enterradas en ti que bloqueas por miedo a mostrarte vulnerable? ¿Cuál es tu coraza?



Cuida y ama a ese niño interior, porque de él brota la felicidad, el amor y el temor.